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Cartas al director

Sánchez y sus indultos

El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia de seis años de cárcel a Griñán e inhabilitación temporal a Chaves. Sánchez, el azote de la corrupción ajena, se ha convertido en el escudo protector de corruptos propios y afines. Lo hizo indultando a los golpistas, y ahora pretende hacerlo con sus colegas socialistas. En un ejercicio grotesco de hipocresía y nepotismo, quiere solapar el escándalo de los ERE. Sánchez dijo en 2014, estando en la oposición, que los indultos políticos debían acabar en nuestro país. Y desde que gobierna hace lo contrario de lo que predica, convirtiéndose en un gran farsante de la política, a la que denigra constantemente. Su falta de escrúpulos le permite digerir con una petulancia inusitada sus contradicciones y mentiras. Con los golpistas no dudó en saltarse la ley en contra de la Fiscalía y del Tribunal Supremo, fundamentado los indultos en la «utilidad pública». Un insulto a la inteligencia, porque la utilidad pública reside en los principios constitucionales, en el cumplimiento de la ley y en el respeto a las sentencias judiciales. Ahora revolotea la idea del indulto a Griñán, y en el entorno socialista ya aparecen críticas a la Justicia, argumentando que tanto Chaves como Griñán son personas honradas. Pero no era eso lo que se juzgaba. Han sido condenados por prevaricación y malversación de más de 600 millones de euros. Con ellos en el Gobierno se consolidó el clientelismo político y se institucionalizaron tropelías como chiringuitos del enchufe, jubilaciones fraudulentas y empresas inventadas.

Sánchez se ha convertido, con sus mentiras y radicalidad, en un Pinocho leninista erigiéndose como el político más demoledor de nuestros valores democráticos.