Cartas al director
El fascismo catalán
No sorprende a nadie que llame fascismo al régimen de gobierno establecido en Cataluña de la mano de unos nacionalistas totalitarios que niegan toda libertad a los residentes en esa región y están contra toda ley que ampare el orden y el bienestar de sus ciudadanos.
Nada más claro que la negativa a permitir que los niños aprendan la lengua de sus padres, o la lengua que les apetezca. Pero no solo que se niegan estos fascistas a permitir que estudien el español, pues tampoco les permiten que lo hablen, es decir, que se expresen en la lengua que les «dé la gana» y en el colegio les colocan detrás de cada dos chicos (en el patio, en el comedor…) un vigilante que les impida expresarse entre ellos como quieran. ¿Es o no es fascismo este proceder?
Los mandatarios de esta región llegan a tal extremo de rebeldía contra el Estado, que desacatan las leyes y los pronunciamientos judiciales, sin que el responsable máximo de hacer cumplir la ley, el Gobierno de la Nación, les obligue a ello. De tal forma que el sufrido residente de Cataluña vive en una dictadura de la que quisiera librarse.
¿Por qué el ínclito fray Mentiras, a la sazón presidente del Gobierno, no actúa y les deja hacer? Nada más sencillo: es el precio del alquiler del Palacio de la Moncloa. Pero luego va su inquilino y pretende hacernos creer que en España la ley se cumple (01/08/22); o estaba borracho o ciego, pues Cataluña es España. Claro que los más perjudicados son los propios catalanes que tienen que soportar esa tiranía, y pagar con su menoscabo ese abuso.