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Cartas al director

Delincuentes honrados

Los socialistas nunca han digerido la corrupción de los suyos. No hacen autocrítica, y siempre cuestionan a la Justicia cuando son imputados miembros del PSOE. Cuando en el año 2013 fue encarcelado un ex alto cargo socialista, algunos de sus compañeros lo etiquetaron de «represaliado político», nada mas y nada menos. El número de imputados crecía sin cesar llegando a pasar de la centena, de los que 30 eran altos cargos de la Junta. Nadie levantó la voz contra los corruptos. Lo que sí hicieron fue dificultar el trabajo de la juez Alaya, y desde la Audiencia de Sevilla y la Consejería de Justicia, presionaron a la juez y la amenzaron con abrirle un expediente disciplinario. Actitud que la asociación de jueces Francisco de Vitoria etiquetó de «dañina», porque podía interferir en la manera de resolver los jueces los temas sensibles para la clase política. Tras un arduo trabajo de la justicia, se demostró que la corrupción del PSOE no era cuestión de unos cuantos, como dijo Chaves, sino una pandemia generalizada. Hasta una docena de jueces han avalado de alguna forma la corrupción institucional de la Junta por el uso arbitrario y fraudulento de 679 millones de euros. El argumentario del PSOE insiste en defender que los expresidentes no se llevaron dinero de los ERE, aunque en ningún momento fue esa la acusación. La tesis de la Fiscalía Anticorrupción, avalada por las sentencias de la Audiencia de Sevilla y del Tribunal Supremo, es que el dinero se desvió con fines electoralistas y para ello se articularon procedimientos ilegales que permitieron eludir los controles.

Ha llamado la atención que un expresidente del Gobierno como Felipe González defienda a Griñán desacreditando al Tribunal Supremo, y cuestionando la inteligencia de los españoles. Sánchez y los suyos identifican la honradez con no enriquecerse, pero hay que identificar también la delincuencia con el incumplimiento de la ley. Así que para que se tanquilice el PSOE, podemos nominar de aquí en adelante a los condenados Chaves y Griñán como «delincuentes honrados».