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Cartas al director

Empieza la Liga de fútbol

Como viejo y empedernido aficionado al fútbol, ya estoy celebrando el comienzo de la nueva Liga.

No soy seguidor del Real Madrid, ni del F.C. Barcelona, como tampoco del Atlético de Madrid, por lo que la probabilidad de celebrar otra Liga con mi equipo, es poco menos que nula.

Es evidente que el Real Madrid tiene el mejor palmarés de la historia del fútbol mundial, los números son infalibles. Y, en lo doméstico, después estaría el F.C. Barcelona, aunque a enorme distancia. Bueno, aunque algunos no se dan cuenta de ello, en realidad, en lo que de verdad se acerca el F.C. Barcelona al Real Madrid, si es que se acerca en algo, es en que el Barça, al igual que el equipo «merengue», siempre militó en Primera División, no habiendo bajado jamás a Segunda. Pero ese récord también lo ostenta el Athletic Club y ahí está, calladito, tan guapo, como si no fuese del mismísimo centro de Bilbao y, además, como si no compitiese con su singular y tradicional modo de hacerlo, sin extranjeros.

Por tanto, es lógico que el Real Madrid y el F.C. Barcelona tengan más seguidores que el resto de equipos nacionales, incluso entre los miembros de la prensa en general y de la prensa deportiva en particular, que también tienen su corazoncito.

Hasta aquí mi homenaje a los clubes «grandes», apoyando a los cuales estará siempre la mayoría de aficionados cuando jueguen competiciones internacionales. Sin embargo, el caso de las competiciones nacionales es distinto, por lo que a continuación haré una súplica a los comentaristas deportivos de partidos que veremos por televisión u oiremos por la radio (o, como suele ser mi caso, ambas cosas a la vez): por favor, cuando estén ustedes comentando un partido de la Liga nacional, o de la Copa del Rey en el que, por poner un ejemplo, un equipo «pequeño» gane en el descanso 0-2 al «grande», no traten al «pequeño» como si fuese checo, polaco o finlandés, preguntándose en público qué debe hacer el «grande» para darle la vuelta al marcador en el segundo tiempo. No permanezcan ustedes, como hasta ahora, en Babia y tengan en cuenta que muchos telespectadores, en principio imparciales, estaremos preguntándonos qué tiene que hacer el «pequeño», tan español como el «grande», para convertir el resultado en 0-3 y lograr con ello que la competición sea más divertida.