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Cartas al director

El calor y el frío

Otra mentirosa ocurrencia del presidente del Gobierno, ya que no tiene ninguna intención de ahorrar energía ni de nada y menos con sus confusos y desastrosos decretos, ni rectificando acierta. Solo quiere atentar contra la vida de los otros. Con la de los suyos no le importa nada, si pasan frío o calor. Así nunca sabrán por qué le votan.

Su medida contra la calefacción es absurda, 19 grados es una temperatura normal, en cuanto se encuentren cinco en un establecimiento sube a 22. El problema va a ser para el que no la pueda pagar y se tengan que poner bufanda y jersey, que este invierno pueden ser muchos.

Lo que el decreto regula es el aire acondicionado, que es la gran aportación que la derecha ha hecho a la vida civilizada, aparte del control de los olores corporales. La izquierda no soporta ninguna buena aportación de la derecha, como esa de ceder amablemente con educación y respeto el paso a las damas y no permitir que paguen la entrada al cine y las palomitas. Los otros, los suyos, todos iguales.

Cuando entras en un establecimiento te das cuenta de su solvencia por la temperatura que hace. Si el aire flojea, no te fíes del resto. Los 27 grados que impone el Gobierno es un atentado contra cualquier establecimiento, contra los trabajadores y los clientes, contra el bienestar entendido como lo contrario de estar en la calle a 35 que es como se pondrá cuando entren 10 personas. Es imposible comprar, comer y beber en condiciones sin frío, y cualquier temperatura que pase de 20 grados es populismo indigenista para los pobres. La obsesión del social-comunismo fue siempre contra nuestra higiene y contra el frío que facilita el trabajo, la actividad y el ocio. Los 27 grados para arriba son temperaturas del desánimo, el agotamiento del sudor y la desesperanza al trabajo, que es como la izquierda montaraz nos quiere, sin aire, para que no nos rebelemos contra sus olores de asco…