Cartas al director
El 19 de agosto
El nombre de Lorca, lo relativo a Federico García Lorca, deberíamos preservarlo. Por el abuso político y patético que de su nombre se suele hacer, Lorca no pertenece a ninguna ideología, por mucho que se empeñen. Fue y es un poeta universal con muchas ideologías.
Cuando llega la primavera, llegan las fiestas socialistas: el mes del feminismo, el mes del Orgullo... Pero no se sabe de qué tienen «orgullo». Y en julio y agosto las fiestas de toda la vida, que no son socialistas: Santiago Apóstol y la Virgen de la Asunción. Y para que no les falte su fiesta de agosto, el 19 se ha instituido el mito de Lorca, en su recuerdo y asesinato, como una fiesta más del calendario socialista.
Se desfigura al poeta en labios de sus terribles recitadores de izquierdas. De esta forma, Lorca es asesinado todos los años, todos los años lo matan. Porque quienes lo hicieron, como dijo alguien, siguen entre nosotros y no dicen dónde lo enterraron.
El misterio que rodea el asesinato no quieren que acabe. Dicen que fue el «fascismo y la homofobia», pero podrían ser más cosas. Esta tragedia mítica tiene un uso político (fascistas contra poetas). Lorca cierra el calendario referencial como mártir, de todas las diferencias y diversidades. El asesinato de Lorca fue una brutalidad de aquí, de oscuridades locales, odios concretos, envidias miserables y lejos de lo puramente ideológico. Como sí sucedió con toda claridad en otros asesinatos indignos. Como los amigos de Lorca Ramiro de Maeztu y José Antonio Primo de Rivera. Fueron ejecutados lo mismo que Ledesma Ramos y Calvo Sotelo. A todos estos sí se sabe quiénes les fusilaron y dónde los enterraron. A Lorca, no. ¿O fue otro afluente doctrinal?
Dejen el nombre de Lorca y su mito, a ver si algún poeta les da una sorpresa. Olviden el vicio de politizar a los muertos, no siendo que las ideologías criminales estén entre los vivos…