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Cartas al director

La clase política y Twitter

Francisco Igea (Cs) a García-Gallardo (Vox): «Mira, chaval, llegaste al mundo envuelto en incienso»

Opinión de Inés Arrimadas (Cs) sobre García-Gallardo (Vox): «Es necesaria una ley anti-floreros, para que no pase lo del vicepresidente de Castilla y León». «Lo que le pasa, es una mezcla entre el sectarismo y que está muy aburrido porque no trabaja, hay que darle trabajo a ese señor urgentemente».

García-Gallardo (Vox) a Inés Arrimadas (Cs): le recrimina que a su partido le han mandado «al banquillo» en Castilla y León por «liberticidas, vagos y veletas»: «Amenazasteis con cerrar consultorios médicos, arruinasteis a comerciantes y hosteleros, aumentasteis el gasto público ineficaz y no hicisteis ningún cambio real. Cero lecciones».

La elegante y pedagógica pugna epistolar tuvo lugar el pasado mes de julio, según se puede leer en unos tuits publicados en Twitter, y continúa, en la actualidad, con el lanzamiento de toda clase de piropos y lisonjas; aunque omito los detalles para no cansar y contaminar las mentes de los lectores.

Pensaba yo, a riesgo de parecer un iluso, que las aguas se calmarían, y los buenos modales, la educación, y el respeto debido a los votantes, se impondrían a las actitudes chulescas, chabacanas, groseras, vulgares, y ordinarias. Craso error; en una reciente sesión parlamentaria de las Cortes de Castilla y León, el asunto se recrudeció: al cruce de exabruptos entre García-Gallardo e Igea, se unió, un día después, aprovechando la ocasión para chupar cámara, otro procurador minoritario, un tal Fernández.

Lo anterior, citado como ejemplo reciente, suele ser norma de la casa entre las nuevas hornadas de individuos, la inmensa mayoría sin oficio ni beneficio, que mantenemos en los hemiciclos, con la valiosísima misión de pulsar un botón. Es lo que sucede, cuando el fin último para el que son necesarios, no es el de gestionar los intereses de los ciudadanos, considerados como súbditos, sino mantener privilegios y prebendas, personales y de partido. Podría calificarse la respuesta de García-Gallardo, la publicada en Twitter, como más adecuada, ante los ataques de la formación naranja; no obstante, el simple hecho de entrar al trapo le pone en el mismo escenario que sus oponentes.

¿Cual habría sido el resultado si, simplemente, se hubiera limitado a responder?:

«No ofende quien quiere, sino quien puede».

Algo evidente: tener la última palabra y evitar una estéril polémica con el adversario; así como poner de manifiesto, si es que lo pretende, la imagen de un político decente, serio, claro en la exposición de las propuestas de su partido, cumplidor con las mismas y, al servicio de la ciudadanía. Todos cometemos errores; lo que diferencia a las personas inteligentes, de aquellas con pocas entendederas, es la capacidad de admitirlos y subsanarlos.