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Cartas al director

Dónde están las libertades

Soy liberal, porque creo que lo primero es la libertad. Soy social, porque creo que hay que velar siempre por el bien común y no por las libertades individuales, incompatibles con toda forma de organización comunitaria tradicional, empezando por la familia. La memoria de la familia tiene su origen y su conexión con lo que establecieron nuestros antepasados.

Después de la gran institución de la familia, viene la unión y la solidaridad de los ciudadanos. En los últimos años en la sociedad española solo se conciben opiniones y juicios extremos partidistas: se es de derechas o de izquierdas, social-comunista o franquista, rojo o azul. Siempre de un color político muy definido y chillón. No hay otros colores, ni siquiera grises. No se concibe el liberalismo en una idea personal, solo prevalecen los tópicos manidos, «la derecha solo defiende a los ricos» y «la izquierda a los pobres» aunque no les den de comer. Nadie quiere ser pobre y no se sabe quiénes son los ricos que producen el pan. Y quien pone los medios y las condiciones para producirlo. Al final todo es un engaño de los «colores».

Lo importante es que alguien sepa repartirlo con libertad y por igual. Eso es el liberalismo sin colores. No las «manos invisibles» de las ideologías que transforman el vicio privado en virtud pública, algo que contradice los principios básicos de la moral, que nos enseña que no se debe realizar un mal con la excusa de alcanzar un bien.

Pero la «mano invisible» del color sanchista, ha ordenado unos actos humanos opuestos a la providencia divina, en lugar de mirar las cosas buenas y bien hechas, las mira y ve que son bienes para él. Provocando el pecado de sus palmeros que han favorecido la disolución de los vínculos comunitarios que han conducido al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez a su inmoralidad. Por no ser demócrata liberal…