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Cartas al director

El encolerizado Fray Mentiras

No puede disimularlo y todos detectamos el estado colérico que invade su proceder últimamente, fruto, sobre todo, de su incapacidad para gobernar y los terribles errores que comete al intentarlo. No, pobre diablo, no se puede gobernar un gran país como es España, con decir «aquí estoy yo» que sé más que nadie y engaño, no solo al pueblo español, sino también a los diablos que me apoyan para conseguirlo.

La gobernabilidad de nuestro país no puede estar en manos de un mamarracho (como nos ocurre a los españoles) al que no le preocupa en absoluto que seamos una gran nación. Una persona que solo piensa en la rentabilidad personal de sus actos, a la que solamente le preocupa que le voten y que cuanto hace está claramente dirigido a la obtención de votos y nunca al bienestar del pueblo, que trata las decisiones a tomar con quienes menos les interesa España y más desean su desaparición y su ruptura, con quienes han hecho y seguirán haciendo cuanto puedan por acabar con nosotros, con quienes nos desdeñan en un alto grado y quienes nos traicionan un día sí y otro también, que intenta ideologizar al pueblo y, sobre todo, a los niños, para llevarles a su terreno y tener semilla abundante de la que obtener el fruto deseado y durante mucho tiempo.

«En España el mérito no se premia; se premia el robar y el ser sinvergüenza; en España se premia lo malo» (Valle-Inclán). Muy acertada esta frase de nuestro dramaturgo. Tenemos que hacer despertar al pueblo español para que no nos siga endilgando a este pobre diablo en las elecciones. «Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable» (Cicerón). Va siendo hora de que elijamos a la persona adecuada que, aunque no sea la mejor, sea por lo menos honesta y altruista, que no nos engañe en todo su proceder y se aprecie que busca el bien de los ciudadanos y no solo el suyo. Y que no se haga acompañar de esa pobre mujer, Irene Montero, cuyos únicos objetivos son destruir la moral y ternura de los niños y conseguir el enfrentamiento hombre-mujer.