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Cartas al director

En busca de la libertad

A menudo escribir es una bendición, por ello depende en gran medida mi existencia y mi futuro en el tiempo que me queda. La cultura de las letras me abrió una ventana al mundo que no me correspondía, porque yo venía del campo.

Pero la palabra aún resiste a la globalización, que es una forma de analfabetismo cultural que solo cabe combatir con la escrita, o de boca en boca, con la voz y el sonido de las palabras. El uso de la palabra nos hace sociales, nos hace más humanos. Los relatos, las canciones y los diálogos son como una reivindicación de la lentitud humana, ante el tiempo convertido en mercancía de usar y tirar. Por eso yo reclamo mi tiempo para escribir lo que pienso, hasta en el agua.

Con mi palabra pido una democracia liberal humanista. No los populismos de las masas de los dos totalitarismos del siglo XX, fascismo y comunismo.

El fascismo es una dictadura conseguida con el engaño de las masas anulando su libertad. Al vencedor de este totalitarismo se le reconocía por el rostro cansado y la preocupación por el futuro para «ganar la paz». Pero «organizar la paz» como decía Gandhi, es algo más complicado que vencer con las armas. Las guerras han continuado de otra manera. El comunismo las ha activado porque es una dictadura sostenida con violencia, sin libertad y con el engaño de la igualdad. Nunca seremos todos iguales, pero sí debemos ser libres para conseguir la paz.

El mundo parecía que se había dado cuenta de estas dos atrocidades, pero, maldita sea, una parecía que había desaparecido, en la otra el reloj parece haberse detenido. Ni siquiera Twitter nos deja ver las brutalidades y los crímenes que están cometiendo con el régimen comunista. Apagan la luz del pájaro azul para que no se vea. Los dictadores saben que los medios son mucho más poderosos que cualquier manifestación. Las protestas se están generalizando y las combaten con toda la violencia en Irán, Venezuela, Cuba y hasta en Rusia, que no admiten que el régimen siga matando.