Cartas al director
Elogio del Consejo de Estado
Una lectura recomendable para este puente de la Hispanidad podría ser, perfectamente, la de un dictamen del Consejo de Estado, sin necesidad de tener conocimientos jurídicos. Recomiendo, por ejemplo, el dictamen de la ley del aborto de 2009; o, más recientemente, el dictamen de este mismo año relativo a la conocida como ley trans. Son tan extraordinarios que, con su sola lectura, viajamos a nuestra infancia. Con el Consejo de Estado repasamos y actualizamos todo lo que nos enseñaron en la escuela: sujeto, verbo y predicado; lo que lleva punto, lo que lleva coma, lo que lleva punto y coma; la palabra precisa, la coordinación, la subordinación... Todo con mucho tacto y elegancia, para que el ministro consultante no sienta que, si retornara al colegio, no pasaba de párvulos. Pero dejo al lector que descubra la joya de este organismo español, digno de admiración, mi padre diría que de veneración. Además, el Consejo de Estado es capaz de elaborar un dictamen en veinticuatro horas, sin que por ello pierda ni un ápice de excelencia. Un ejemplo de ello lo encontramos en el dictamen del tercer estado de alarma de 2020, el que duró seis meses. De un día para otro, en veinticuatro horas, en pleno fin de semana, el Consejo de Estado elaboró un dictamen al detalle, percatándose, incluso, de que el Gobierno se había olvidado de los profesionales llamados a atender las urgencias de los animales durante el toque de queda, los veterinarios.