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Cartas al director

Las renovables y el precio de la luz

La intermitencia de las renovables, ¿es la causa de la subida exagerada de la luz?

En la factura de la luz, el costo de la energía es un poco más del 50 %. El resto son otros cargos como las subvenciones a las renovables (establecidas en la época de Zapatero), el pago de déficits de tarifas anteriores, el impuesto específico (además del IVA), etc.

Pero lo que ha desembocado en esta crisis es, en mi opinión, precisamente la intermitencia de las renovables. La solar, por ejemplo, no genera cuando más se necesita –de noche–; la eólica solo la hace cuando hay viento, pero ojo, no demasiado fuerte. El reto es poder almacenar la electricidad que se genera, digamos a «destiempo», para cuando sea necesaria.

Compaginar tamaño, capacidad y costo son condicionantes del uso de baterías para este almacenamiento. De momento la única forma de «almacenar» en volumen son las centrales hidroeléctricas reversibles, pero no todas lo son y también dependen, eso sí, en menor medida que las anteriores, del régimen de lluvias. Y para agravar el problema, se están desmontando porque «afean» el paisaje.

¿Cuál es la solución de momento para disponer siempre de electricidad cuando las renovables no generan por las condiciones adversas? Pues las centrales de gas (se implantaron principalmente para sustituir a las de carbón –por el CO2 que producen– que junto con las hidroeléctricas y las nucleares –también en fase de cierre en España para agravar aún mas las consecuencias de la intermitencia– eran el pilar básico de nuestra red) que están en «standby» para aportar la energía necesaria en estos casos.

Y claro, los propietarios de las centrales de gas deben ser compensados por tener unas inversiones con un grado de utilización totalmente condicionado por esa intermitencia.

Para casar demanda y oferta de la energía necesaria, el sistema compensa a las centrales de gas y el precio de ese combustible es el que, al final, determina ese algo más del 50 % que pagamos en la factura. Mientras el gas estaba a un precio razonable, el sistema parecía funcionar. Pero claro, al dispararse éste, los paganos somos los consumidores (y las renovables hacen su agosto porque «venden» su energía a un precio muy superior –los llamados «beneficios caídos del cielo».

En resumen, a toro pasado, parece que no fue acertada la decisión de nuestros gobernantes de cerrar las centrales de carbón por el CO2 (a principios de los 70 en su central de Puertollano Endesa-Encasur inició una experiencia para captar el CO2 antes de que saliera a la atmósfera –aún hoy es una técnica viable bajo ciertas condiciones–) y, sobre todo, condicionar el precio de la energía al usuario, al precio del gas, sin salvaguarda alguna.