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Cartas al director

Más madera

La guerra en Ucrania se alarga y recrudece; la denominada por los rusos «operación militar especial» lleva camino de convertirse en una conflagración abierta y total. Es este el único conflicto en el que la paz no concita adhesiones; las instituciones públicas se contentan con desplegar los colores amarillo y azul de uno de los contendientes; los sindicatos, tan pacifistas ellos, ni están ni se les espera. Los estudiantes, tan sensibles contra todo tipo de violencias, han dado la espalda y decidido ni movilizarse ni cantar embelesados Imagine. Qué decir de los partidos políticos: esta vez ciegos, sordos y mudos ante la paloma de la paz. Incluso la tan a veces activa sociedad civil está desangelada y mustia ya que, al parecer, esta guerra no es la suya, otras sí lo eran. El otrora pacífico y pacifista José Borrell se ha transmutado en un convencido belicista septuagenario abogando por la solución militar pura y dura. Hemos visto en los noticiarios a decenas de británicos jaleando en un pub el ataque al puente en Crimea y celebrándolo como si su equipo hubiera ganado la Champions al Real Madrid, pero ¿quién gana en realidad?, evidentemente es el Tío Sam quien se llevará el gran bote sacrificando un peón del tablero llamado Ucrania, desechable cual kleenex, para intentar dar jaque mate al oso ruso y tratar de balcanizar su país una vez más, qué ilusos. El gran perdedor aparte de Ucrania es la vieja, dependiente e irrelevante Europa convertida en un actor secundario, en un parque temático para disfrute de turistas. EE. UU., China, Rusia, India y otros países son quienes llevan y llevarán la voz cantante mientras Europa, envejecida, decadente, sumisa y pastueña emula a Marx, Groucho, gritando aquello de: «Más madera» sin percibir que es ella quien va a quemarse.

Francisco Javier Sáenz Martínez

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