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Cartas al director

Milagro en la ciudad

Por más que nos lo nieguen y por muchas explicaciones racionales que nos den los eruditos, a veces suceden cosas tan extraordinarias que sólo cabe calificar de milagros. Son cosas que conviene difundir y recordar en los peores momentos, para que nuestra fe en el ser humano no decaiga ni flaquee. Como sucedió con el siguiente hecho que les juro vi con mis propios ojos. Íbamos caminando por la acera unos cuantos peatones cuando, al llegar a un paso de cebra dentro de un carril bici de esos por donde circulan todo tipo de ingenios mecánicos, un tipo que iba montado en un patinete ¡se detuvo de repente por iniciativa propia para dejar que cruzásemos los viandantes!, respetando así el significado de estos pasos que otorgan preferencia a los peatones. La conducta de aquel tipo, parado ante un paso de cebra y además mostrando un rostro amable, resultó tan impactante que algunos de los viandantes nos quedamos absortos mirando al cielo y planteándose si aquello constituiría una señal del más allá. Al calor de lo sucedido, alguien comentó haber visto similar conducta respetuosa con los peatones en algún ciclista; y otro mantenía ser testigo de patinetes de alquiler aparcados en lugares donde no dificultaban el paso de la gente ni parecían colocados a mala leche. Pero sinceramente, esto olía ya tanto a leyenda urbana, que ninguno lo llegamos a creer.