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Cartas al director

Memoria democrática (I)

Se ha publicado en el BOE la Ley 20/2022 de 19 de octubre de la Memoria Democrática. Nada más leer los primeros folios del preámbulo he observado la transcendencia que dicha ley tendrá en la convivencia entre los españoles.

Comienza la ley en su preámbulo I de la siguiente forma: «Desde el fin de las guerras civiles y conflictos mundiales que asolaron Europa en el siglo XX y especialmente desde el Holocausto, el impulso de las políticas de memoria democrática se ha convertido en un deber moral que es indispensable fortalecer para neutralizar el olvido y evitar la repetición de los episodios más trágicos de la historia».

Vamos a ver, en Europa en el siglo XX, son dignas de destacar dos grandes guerras civiles; la española, de 1936 a 1939, y la rusa, de 1917 a 1922. De la contienda civil rusa, iniciada por el golpe de Estado dado por los comunistas del camarada Lenin contra el Gobierno democráticamente constituido de Kérenski, en estas memorias democráticas en absoluto se alude a dicho golpe de Estado. ¿Esta guerra, ganada por los comunistas, sí hay que olvidarla? ¡Ah!, pero nuestra guerra no hay que olvidarla.

No entiendo, por otra parte, la forma tan demagógica de mezclar nuestra guerra fratricida del 1936 con el Holocausto. Qué puñeta tiene que ver las matanzas y asesinatos de judíos, con nuestra memoria democrática.

En España no tenemos que neutralizar el olvido, tenemos que olvidar y perdonar, y no «calentar» las mentes de las nuevas generaciones con ideas partidistas que caen en los mismos errores de la dictadura.

Por cierto, en España fueron perseguidas, encarceladas, torturadas e incluso perdieron sus bienes y hasta su propia vida en defensa de la democracia y la libertad personas de los dos bandos.

Alfonso Ruiz Morillo

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