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Cartas al director

Memoria democrática (II)

Al seguir analizando el preámbulo de la Ley de la Memoria Democrática, se dice al final del primer folio textualmente: «El olvido no es opción para una democracia». Esta frase tan bonita y poética no encaja en el conflicto español del 36; ha de existir olvido, ya que las dos partes enfrentadas tienen que olvidar y perdonar las barbaridades que cometieron los unos y los otros. Lo que ha de quedar en el recuerdo de todos es la lección y enseñanza de aquellos acontecimientos.

Hemos de recordar que ya nos dimos la reconciliación los españoles, con la Ley de Amnistía, 46/1977, de 15 octubre de 1977. Esta Ley de Amnistía, que se menciona al final del tercer folio del preámbulo de la Memoria Democrática, pasando sobre ella de «puntillas» y rápidamente, y por supuesto sin matizar el objetivo correcto de dicha ley. A tenor de lo anterior, lógico es preguntarse ¿a dónde nos lleva esta Ley de Memoria Democrática? ¡No lo sé!; pero de lo que sí tengo constancia es a donde nos llevó la Ley de Amnistía de 15 de octubre de 1977, esta nos dirigió durante muchos años a la concordia y el entendimiento entre los españoles.

En el cuarto folio, se habla de las iniciativas que en los años finales del siglo XX tuvieron la «generación de los nietos», indicando que dicha generación «quiso conocer lo que pasó con sus antepasados y exigieron la recuperación y el reconocimiento de la dignidad de las víctimas republicanas». De las otras víctimas, no republicanas, ¿¡que!? Parece ser que las otras víctimas no eran dignas. Sin comentario.

La historia de una nación es única e inviolable. El hombre puede tergiversar los hechos que la conforman a su voluntad y conveniencia con fines partidistas; pero aun así, la Historia con mayúsculas, perdurará a través del tiempo en las entrañas del recuerdo de esa nación.

Alfonso Ruiz Morillo

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