Cartas al director
El cajón de la Macarena
Como acto heroico antifascista, enfrentarse a los muertos desenterrando sus huesos de madrugada no está mal. Pero una vez abierta la senda heroica, deberíamos profundizar por ella aplicando el control de pureza de sangre más allá de revolver fosas. Pues dicen que existen enseres y joyas pertenecientes al patrimonio de la Macarena que fueron donados por personajes de dudosa virtud, e incluso algunos de éstos hay que se dedicaban profesionalmente al maltrato público de mamíferos astados no racionales; lo que sin duda deja esas donaciones manchadas con la sangre de tan inocentes animales. ¡Terrible!
Pero lo que en pura coherencia debería acometerse cuanto antes es el abandono de la Hermandad de la actual basílica, ya que al haber sido levantada gracias a la fundamental ayuda de aquellos cuyos restos acaban de ser exhumados, está totalmente contaminada de «fascistis basilicar». Seamos generosos en la interpretación de la ley, aplicándola con la solicitud con que lo ha hecho el hermano mayor de la Macarena, y restituyamos de inmediato la imagen de la Virgen al cajón aquel donde sus hijos tuvieron que esconderla, arriesgando seriamente sus vidas, para preservarla de las flamígeras pasiones de esos otros hijos de... esa Segunda República tan añorada por el actual Gobierno de progreso.