Cartas al director
En la memoria de quienes se fueron
Estamos hechos de presente. De un presente que se representa en el aquí y en el ahora. En términos generales, disponemos de un tiempo limitado en este mundo, siendo este caduco para todos. Sin embargo, volviendo al momento presente, ¿qué sería de nosotros sin aquellos bonitos recuerdos que acumulamos en nuestra memoria? Y que, en un momento dado, nos impulsan o animan a seguir viviendo. Porque, aquel día, falleciste rodeada de tus personas queridas en una cama del hospital. Tu esencia, al contrario, siempre permanecerá viva en todas las personas que tú quisiste y que, a día de hoy, te siguen queriendo. Aquel día, cerraste tus ojos al mundo en el que vivimos, pero ¡qué bonita te ves cuando sonríes en mi memoria! ¡Cuando tus ojos se encuentran con los míos en aquel recuerdo! Formas de amar hay muchas, sin duda. Compartiste con tu familia el arte de querer y amar a los tuyos. Aquella semilla que, ayudada con tu ejemplo, plantaste en el interior de cada uno de nosotros y acabó creciendo. Y de ella, gracias a tu forma de ver y enfrentarte a la vida, aprendimos esa forma de amar y actuar en nuestro día a día. No hay mayor ejemplo que un acto de amor verdadero y la coherencia de actuar conforme a él. En la sociedad actual en la que vivimos, ¡cuántas veces hay disconformidad entre lo que con palabras se expresa y lo que se acaba haciendo! Incongruencias varias, falta de compromiso y una forma egocéntrica de sobresalir e intentar no ser el último. No ser el último en una competición imaginaria, pues, en definitiva, todos tendremos el mismo final. Mas, ¡mientras haya vida, habrá esperanza de un presente mejor! Porque, mientras haya personas que, con su ejemplo, eduquen en el arte de vivir, habrá un presente mejor para todos.