Cartas al director
Realidad, realismo y confusión
Hacia la mitad del siglo XIX se inició un movimiento social, artístico y cultural llamado Realismo, éste intenta plasmar las situaciones de la realidad cotidiana en la sociedad. El realismo fue una explosión contra el proceso de fracaso de las revoluciones de 1848, donde se disiparon las esperanzas democráticas y de libertad individual.
Hubo infinidad de testimonios artísticos que hay que destacar. En literatura, sobresalen Dickens (Tiempos difíciles 1854); Baudelaire (Las Flores del mal) y Flaubert (Madame Bovary), muy criticadas en 1857; Tolstoi (Guerra y paz, 1864) o Dostoievsky (Crimen y castigo, 1866). En cuanto a la arquitectura no aparece un estilo propio, solo se manifiesta con escasa trascendencia la escultura crítica o social. En pintura igual que en literatura, los artistas proclaman las miserias y defectos de la sociedad. Reflejan la realidad diaria, lo popular, lo cotidiano, lo objetivo, el detalle por el paisaje. Los autores más representativos son Delacroix, Toma de Constantinopla, Mollet, El Ángelus (gusto por el paisaje y temas cotidianos), Coubert, El entierro de Ornans (realismo de los rostros).
De igual manera que el Realismo refleja la actividad y realidad social, que fue una reacción, como dijimos antes, al fracaso de la revoluciones de 1848, en este siglo que nos ha tocado vivir hay muchas corrientes de pensamiento no unificadas ni reaccionarias, sino repartidas en un amplio tejido social que pide a gritos una vuelta a los valores fundamentales del ser humano.
Lo mismo que los iniciadores realistas abandonan lo político, lo revolucionario y reflejan la realidad cotidiana sin tapujos y abiertamente, esta sociedad de la ambigüedad en la que vivimos degenera desde hace años, y no quiere aceptar esa realidad cotidiana que diariamente nos proyectan los medios de comunicación. Las hambrunas, las enfermedades, las guerras asolan parte del planeta, y el resto de la humanidad ¿qué hacemos? Nos emocionamos momentáneamente, y luego lo aceptamos como tal.
Los valores sociales en el respeto, en la verdad, y no en las mentiras continuas, en la responsabilidad, en la honradez, en el esfuerzo diario, en el trabajo bien hecho para los demás, en ayudar al que más lo necesite etc. Recuerdo siempre esta frase que tiene más de dos mil años: tratad a los demás como queréis que a vosotros os traten.
La falta de cultura, la manipulación política, religiosa y los intereses económicos son utilizados para exacerbar los ánimos de los más radicales y siempre utilizando el nombre de Dios, Alá o Yahvé. Es fundamental el respeto, pero no la imposición, la tiranía y la barbarie, alentada por dirigentes a los que sólo les interesan el poder y el dinero.
Estos olvidan y rechazan la democracia para sus pueblos, aunque estén sumidos en la máxima pobreza. Hay que buscar un equilibrio cultural, no por imposiciones o alianzas de civilizaciones, sino, insisto, por convicciones reales, porque la realidad, lo mismo que el Realismo conduce a la libertad individual, el bien más preciado que la naturaleza nos dio.