Cartas al director
La adhesión de los ecoactivistas
Por la paliza de los medios de comunicación, bien sabemos que la salud del planeta anda amenazada a causa del maldito género humano. Tan angustiosa preocupación moviliza ya a una generación de jóvenes héroes y heroínas que, con la niña sueca Greta a la cabeza, están dispuestos a salvarnos aun contra nuestra voluntad. Sus acciones resultan tan heroicas como las que les ha dado por acometer últimamente, introduciéndose en museos de Occidente para manchar el cristal protector de alguna gran obra de arte, poner algo en la pared con un espray y finalizar pegando sus ecológicas manitas al cristal o al marco de la obra. Con ello reclaman mayor atención sobre la enfermedad del planeta que, por alguna causa extraña, parece que también atribuyen a los magníficos pintores de pretéritos tiempos.
Pero desgraciadamente, estos aguerridos gestos suelen abortarse casi al instante por las autoridades, que proceden a cerrar los museos y despegar con mimo a las heroínas. ¡Y esto no es justo! Si han llegado con tan arriesgada acción hasta ahí, se han ganado el derecho a que sus reivindicaciones sean respetadas al menos 24 ó 48 horas, permaneciendo adheridas a los cuadros elegidos. Como respetuosamente hicieron en un concesionario de Porsche en Alemania con 15 ecoactivistas que pegaron sus manos al suelo. Aunque al parecer, esto tampoco les gustó, porque tuvieron que hacerse sus necesidades fisiológicas encima. ¡Qué difícil es contentar a todos!