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Cartas al director

Un mal recuerdo

Soy descendiente de víctimas de la Guerra Civil y del franquismo. En mi caso, un tío abuelo materno fusilado por Queipo de Llano a los 18 años, presuntamente por ser comunista, y un primo hermano de mi padre condenado a cadena perpetua en la prisión del Puerto de Santa María por estar afiliado a la CNT, que salió libre de milagro en la primera amnistía decretada por Franco. Pero lo más horrible son los recuerdos de un niño de solo 11 años en el 36, mi padre, que me relataba un día sí y el otro día también todas sus pesadillas hasta el mismo momento de su muerte en el año 1978. Por eso, y considerándome con legitimización activa, herencia de los recuerdos horribles de mis ancestros, reclamo olvido, paz y reconciliación. Vale ya de airear las tumbas de los muertos. Basta ya de utilizar de forma indigna los trapos sucios de nuestra pasada historia para conseguir votos que justifiquen la continuidad en este Gobierno de incapaces y sectarios de extrema izquierda. Porque un país que no sabe más que mirar al pasado no puede tener proyecto de futuro. La reconciliación entre los españoles se selló el 6 de diciembre de 1978 cuando votamos la Constitución. A ver si dejamos ya en paz a los muertos.