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Cartas al director

A propósito de Vox

decía Julián Marías que determinadas palabras acabadas en «ista» como nacionalista, racista, le recordaban a «itis» que en griego significa inflamación. Así, por ejemplo uno pertenece a una nación pero no tiene porque que ser nacionalista o pertenece a una raza y no tiene porque ser racista o todos tenemos apéndices pero no queremos tener apendicitis. Esto viene a cuento por unas palabras de Cayetana Álvarez de Toledo en las que expresaba que algo primordial que le separaba de Vox era que este partido era nacionalista. Es decir, un nacionalismo inflamado, exacerbado y por tanto excluyente. Se deduce por tanto que lo está poniendo a la altura de los nacionalismos catalán y vasco que con toda evidencia cumplen con esas singularidades. Y me pregunto: ¿defender la Constitución española es ser nacionalista? Como casi todos sabemos dentro de la Constitución cabe todo. Así, por ejemplo, promover la instauración de una República o establecer un referéndum vinculante en Cataluña o País Vasco sería perfectamente constitucional siempre y cuando en el Congreso de los Diputados se obtuviese una mayoría cualificada que los aprobara. El Título VIII de la Constitución está redactado precisamente para eso. Más claro todavía, es constitucional querer cambiar la Constitución de arriba abajo. El problema que tienen los catalanes y vascos independentistas es que pretenden hacerlo al margen de los procedimientos que establece la Carta Magna aprobada por la inmensa mayoría de españoles, por cierto, especialmente en Cataluña, más del 91 %. Y esa actitud o proceder ¿qué tiene que ver con Vox? Somos muchos, unos cuantos millones ya, que consideramos que la Constitución necesita una reforma pero justo en sentido contrario a lo que estos grupos pretenden y naturalmente respetando, como no puede ser de otra manera, las reglas que la Constitución exige, por tanto nada que ver con los «nacionalistas», los «inflamados».