Cartas al director
Nos falta el humor
En esta España nuestra siempre amarrada al arrebato meridional del desencanto. La ironía y el humor dan distancia. Sin ironía, sin humor, somos unos zombis verbeneros, grillos histéricos en un viaje a ninguna parte, resentidos de salón, siempre metidos en la queja. Una persona con requiebro de humor y lengua irónica. No tiene nada que ver para la convivencia, con uno que gasta pedantería, chulería y soberbia.
Sin humor no hay vivencias.
Después de tres años el insomnio se curó de aquel abrazo del trilero y su gancho con coleta, y el muñeco siguió andando sin humor, solo mintiendo. Desde entonces, de todo se ha visto y todos nos han visto. España es ya el país del género fluido, sin humor, de la chapuza judicial, del ministro que se lo lleva muerto, hasta lo de Chueca. Del espantajo de la cajera y el romance con el chuletazo de Vallecas, que se merece toda la ignorancia de la «gente». Con humor y la risa.
El inquilino del Palacio, el del abrazo, se mira al espejo como se miro en noviembre de 2019 y no se reconoce mucho, le ha crecido la nariz como a Pinocho sin «mentir» solo engañando, por «descuido» hasta a su padre.
Antes del abrazo del Oso, mucho antes de que el eco del vacío resonase en la coleta sin montera vallecana, la vida no era peor. Y teníamos humor. Unos creyeron que era posible una mejor, pero no sabían que la mezcla mas corrosiva vencería y sería inevitable la catástrofe, para vivir mucho peor y sin humor. Con la catástrofe la prioridad de los valientes, poner puente de plata a los golpistas, terroristas y corruptos. Y solo los muertos de Franco que vuelen por los aires, con tambores y cornetas, los otros, que no los toque nadie en sus tumbas. Ni siquiera los de Carmen de Cabra.
Y así, con humor y sin humor, todos los grandes problemas resueltos, incluso los de otras épocas. Olé, por los del abrazo del Oso, qué pena…