¿Me la quitarán?

Pertenezco a una generación –la que ahora se anda jubilando– que nació y creció durante la España de Franco, y que, por azar del destino, comenzó su edad adulta al tiempo que el régimen finiquitaba. De hecho, los que entonces llegamos a Universidades y Academias militares bajo unas moribundas Leyes Fundamentales, salimos de ellas con una recién nacida Constitución. Previamente, nuestra infancia y adolescencia convivió con un sistema educativo que seguía un mismo programa con independencia del tipo de centro, público o privado, en el que estudiásemos, y del lugar donde vivíamos; nadie podía imaginar lo que vendría después. De aquella época guardo con devoción –como «aquellas pequeñas cosas» de Serrat– el 'libro escolar', que recoge el historial de calificaciones hasta completar el bachiller, algunas enriquecidas con el comentario del docente. En mi caso, que ciertamente no destila excelencia, figura una sola matrícula de honor, obtenida en la asignatura de Formación del Espíritu Nacional (FEN), y que, según reza el comentario anexo, fue «por el interés demostrado en asimilar conceptos como el patriotismo, la justicia social y el servicio en el seno del Estado». Por eso me preocupa que hoy, cuando en virtud de la Ley de Memoria Democrática se retiran medallas al trabajo, títulos nobiliarios y reconocimientos de todo tipo, puedan dejarme sin mi matrícula porque algún inquisidor vea en ella una cierta «apología del franquismo». Y llevo días cavilando sobre cómo explicárselo a mis nietos si así ocurriera.