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Cartas al director

Va de socialismo

Históricamente es a finales del siglo XIX cuando surge el movimiento obrero como una respuesta violenta a la situación económica y laboral de aquellos tiempos. Pero este movimiento tiene diversas facetas entre las que cabe destacar la socialista y la anarquista. No fueron, y no han sido en lo sucesivo, pues, propulsores de paz y de justicia, que no eran temas por los que se sintieran atraídos. En términos vulgares podríamos decir que se les llenaba la boca de «mundo obrero» pero era para los otros fines que realmente les interesaba: la creación de una nueva estructura de vida. Nueva estructura que significaba una revolución total de la sociedad tradicional para transformarla en otra sociedad con unos ámbitos de vida distintos y opuestos a los aspectos morales, culturales y políticos existentes. No hay que escarbar mucho en los archivos periodísticos para encontrar citas del tenor de «los obreros no tienen patria», o «los obreros son instrumentos de lucha». Y, desde luego, los términos patria, nación, o España rebasaban sus ideales. La moral predominante entonces era la católica y de ahí el objetivo prioritario de su destrucción y aniquilamiento, e igualmente con el mundo intelectual: el pueblo no precisa de él y por tanto se hace preciso secuestrarlo.

Y esta es resumidamente la situación actual: un socialismo triunfante e imperante sobre una sociedad aturdida porque la cultura de la muerte (aborto, suicidio y eutanasia) no le deja crecer; la forzosa inclinación a la ignorancia les priva de la ciencia; y el desmembramiento latente de España obvia una patria, una bandera y un sentimiento propio hacia la tierra que nos vio nacer y crecer.