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Cartas al director

Hurto de la soberanía popular

No salgo de mi asombro.

Según la Constitución el poder reside en el Pueblo. En ella se articularon tres poderes: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, obviamente emanados del Pueblo. Y todos, desde el Rey al último ciudadano, quedan sujetos a la Ley.

Pues lo que me tiene perplejo es la siguiente paradoja: por una parte observo que el poder ejecutivo y el legislativo se levantan, llenos de rabia e indignación, contra el judicial por ejercer su competencia de determinar si una disposición incumple o no la Constitución. Sin embargo, por la otra, constato que ni gobierno ni parlamentarios, erigidos en la encarnación del poder del Pueblo, y elegidos por este en función de lo que le prometieron en campaña que iban a hacer, no se alarman ni se inmutan por el hecho de realizar lo contrario de lo que dijeron, o lo que les da la gana, una vez que obtuvieron su escaño. Y lo mismo me ocurre con otra muestra del mismo talante, la de seguir la consigna de su líder, todos a una, ignorando los intereses de los ciudadanos de sus circunscripciones respectivas. ¿O es que no les votaron para ejecutar su mandato? ¿Son realmente representantes legítimos del Pueblo? ¿No es este comportamiento el que sí constituye una verdadera usurpación del poder del Pueblo, un hurto de su soberanía?

Muchos asumen como propia, y se quedan tan a gusto, la descarada afirmación del destacado socialista Tierno Galván sobre que «las promesas electorales están para no cumplirse». Queda dicho todo.

¿Habrá entendido el Pueblo quién quiere retener su poder? Si el que puede no lo tienen claro, salga de dudas: ¡ponga las urnas! Si lo ve nítido, aproveche, desoiga una vez más su palabra. Queda comprendido.