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Cartas al director

2023

En estas fechas, final de año, es muy habitual el desear lo mejor a familiares, amigos y conocidos. Y, por lo mismo, está feo desear el mal ajeno. Pero, teniendo en cuenta las circunstancias actuales, desear un buen 2023 al presidente del Gobierno sería una hipocresía y un sarcasmo. Soy un apasionado de la historia de mi país y siempre que puedo estudio y leo todo lo que pueda sobre los personajes históricos. En este sentido, una monografía de Manuel Godoy, el primer ministro y valido de Carlos IV. Es impresionante lo que ese pérfido y mal gobernante hizo contra España. No solo es por ser un grotesco y vil traidor, que por traicionar, traicionó a todo el mundo, especialmente a los españoles, propiciando la entrada de las tropas francesas en territorio español. Es que su megalomanía y estratosférica ambición no tenía límites algunos y, mucho menos, escrúpulos de conciencia. Parecía que había puesto inaccesible el listón pero, como dice la vieja canción, «la vida da sorpresas, sorpresas da la vida»... se superó, dos siglos después. Pedro Sánchez llegó y arrasó. Parece mentira la enorme capacidad destructiva de este señor. Por supuesto que va a hacer historia y no solo por haber demostrado su parafilia neurótica y de necrofilia, eso de sacar muertos de sus tumbas. Hay que ver el odio que este hombre tiene en contra de su propio partido, que lo va a destruir pero, sobre todo, a los españoles y a lo que es España. Ni Manuel Godoy reencarnado hubiera sido tan nefasto y destructivo. Por todo ello, desearle un feliz 2023 a Pedro Sánchez equivaldría a una carta de suicidio colectivo. Ojalá su destino en la historia tenga el protagonismo que merece.