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Cartas al director

El lenguaje me discrimina

Jubilado, pensionista, viejo, abuelo y hasta me llaman con la palabra inglesa «senior», tomada del español señor. Soy un señor mayor.

Según la RAE el jubilado es la persona que, cumplido el ciclo laboral establecido para ello, deja de trabajar por su edad. «Pero no siempre por su incapacidad». Pensionista es el que recibe una pensión después de su etapa de trabajo. Viejo es la persona de mayor edad, nada más. Abuelo o abuela es la persona que tiene nietos o nietas.

Las personas de más edad no son propiedad de nadie. Muchas veces se nos da un trato equivocado. Me molesta que alguien me diga «hola, abuelo», cuando ni siquiera es mi nieto. Ese tuteo y el falso parentesco son graves errores, una falta de respeto que daña mi capacidad de facultades. A los mayores nos utilizan políticamente, como parte de sus ideas y sus protestas, y al final cuando no interesa nos dejan en las trincheras. Sin embargo cada vez hay más personas con edad avanzada que demuestran que se hallan en plenitud de facultades. El pensionista contribuye a la estabilidad social y familiar, ayuda en todo lo que sea necesario, cuidan de sus nietos y se prestan como voluntarios para los servicios sociales, como visitas a enfermos o personas solas.

Busco mi identidad conflictiva y una forma de rebelión para combatir con fuerza vejez y deseo. El lenguaje, la palabra, está permitiendo al género humano alcanzar un desarrollo equivocado que, si sigue creciendo, pone en peligro el entendimiento entre generaciones. El lenguaje es el instrumento más eficaz para el progreso o la destrucción de la convivencia. Nostalgia, decadencia, todas las especies vivientes tienen su lenguaje para comunicarse, sobrevivir y reproducirse. La palabra puede dejarse escrita para cuando ya no estemos. ¡Jubilado, escribe tus memorias! Deja escritas tus experiencias, de cualquier etapa de la vida empezando por la infancia. Todos seremos un día jubilados…