La revolución de lo ligero

Qué es esta revolución, que ha unido a todos los populistas que han surgido en estos últimos años como aprendices de políticos. La unión desde luego ha sido para poner en marcha esa enorme maquinaria para destruir nuestro pasado y todas las Instituciones del Estado. Y poner en la misma ligera balanza, la verdad y la mentira. Yo lo llamo, «la revolución de lo ligero». Una verdad, para ser defendida, razonada y argumentada es siempre un trabajo pesado, costoso y no siempre fácil o agradable. Demostrar la verdad que está por encima de la mentira, cuesta mucho convencer al ignorante.

En cambio lo ligero, la mentira, como está sucediendo en nuestros días de esta «revolución», está transformando la vida de la sociedad. Está libre de ataduras, exhibidas con total y despreocupado cinismo. Y lo peor es que una parte de la sociedad lo asimila sin ninguna preocupación. ¿Entonces está preparado un ciudadano de nuestros días que vive inmerso en una «tele realidad o basura» para diferenciar esos límites que separan las mentiras, las engañosas propagandas y falsedades, de la verdad, de la más pura y única verdad contrastable? Creo que no.

La revolución de lo ligero está transformando de arriba abajo el mundo de los objetos de consumo, y la vida privada. Están consiguiendo alterar el funcionamiento de la democracia «porque no creen en ella» ni en la vida pública. Los jóvenes actuales de la «revolución» emiten más votos a favor o en contra de los candidatos de «gran hermano» que para nombrar a sus representantes en el Parlamento. Lo que antes tenía un alto prestigio social, como la honradez, la dignidad, la moral y la verdad, ha sido sustituido en todos los ámbitos de la política por una cultura revolucionaria del consumo de lo fácil para mentir. Es alarmante para cualquier democracia la política-espectáculo, tan querida por los populistas. Una política que pone en la misma balanza burdas mentiras (cuantas más gordas mejor) que verdades contrastadas y demostradas. Esto no es democracia…