Cartas al director
¿Somos iguales?
Todos los seres humanos nacemos iguales y por el mismo sitio, pero es la primera vez y la última que somos iguales. Por eso existen las leyes para poder volvernos a igualar. La igualdad ante la ley se convierte en un derecho humano y como dice nuestra Constitución, se describe como un derecho a la igualdad ante la ley, y no como un derecho a ser iguales. Los derechos otorgados de manera incondicional, sin discriminación por motivos de origen, raza, color, sexo, idioma, religión o cualquier otra condición. Esto es lo que dicen los Derechos Humanos.
La ley no puede tener ninguna discriminación asumiendo que existen condiciones personales y sociales, como el sexo, que nos hace diferentes, pero no puede por ello justificar discriminación alguna. También tenemos las obligaciones que no nos hace diferentes.
Tenemos leyes mal hechas de igualdad de género y maltrato, mal enfocadas y peor explicadas, es discriminatorio que la pena en España por agredir a otra persona sea delito en el varón y mera falta en el caso de la mujer. ¿Qué sucede cuando la agresión es entre dos personas del mismo sexo? Nuestra Constitución y los Derechos Humanos lo dice muy claro, no se puede discriminar por el sexo.
Parece ser que aquí, ni la Constitución ni los Derechos Humanos valen para nada, solo vale la idea de la desigualdad de género, que no se tengan los mismos derechos y obligaciones los hombres y mujeres. No quieren que seamos iguales. Lo mismo que nacimos. Quieren leyes que nos desiguale. Leyes que bordean el Estado de derecho, porque han transformado la presunción de inocencia en presunción de culpabilidad, solo para el varón, nunca para la mujer, ni siquiera da margen para investigar las denuncias falsas. Así, jamás seremos iguales…