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Cartas al director

La dignidad política

Las encuestas dan por fallecido a Ciudadanos antes de que se celebren las elecciones. Muchos cronistas opinan que el problema de este partido es que, después de su gloriosa victoria en Cataluña y sus 57 diputados en el Congreso, no consiguió decir a la sociedad para qué sirven sus votos. Los mayores peligros que sus nuevos dirigentes tienen ahora son dos: el más elemental, que son poco conocidos y les queda poco tiempo para darse a conocer, y el más cargado por el diablo, el efecto mortífero de las encuestas cuando se empeñan en decir que una fuerza política muere. Así que todo lo que se dice y se escribe tiene un aire levemente funerario, aunque no es lo peor que le ocurrió en las últimas semanas. Lo peor ha sido ver a un colaborador de la todavía presidenta que la acusa de hacer trampas, como el uso de testaferros para encontrar apoyos internos, la imagen ya es de pelea barriobajera, quizás les retiró más respaldo que todos los errores anteriores y, sobre todo, de que la división interna destruye a la mejor fuerza política. Puede lamentarse, sí, pero hoy quiero celebrar cómo la señora Arrimadas y otros dirigentes rechazan las seducciones del Partido Popular y cómo resonó la voz de Patricia Guasp cuando aseguró que «sus principios ni se venden ni se compran». Me gusta esa forma de despedirse: si Ciudadanos tiene que morir, al menos está muriendo con dignidad. Es la única forma de resucitar.