Cartas al director
Memoria de un país
Haciendo un ejercicio de recordatorio, de memoria de nuestro país, y sin ir muy lejos, podríamos afirmar que uno de los dos grandes problemas que ha tenido España, a nivel político y en los períodos democráticos, ha sido el de la división de los partidos, o formaciones, de derechas o centroderecha. Por ejemplo, a finales de 1935, entre los dos grandes partidos, el Radical (podría ser homologable al PP de Núñez Feijóo) y la CEDA (una mezcolanza de formaciones que, en comparativa histórica, estarían, actualmente, entre Vox y la facción más conservadora del PP). La lucha de egos de los principales líderes, Lerroux y Gil Robles, la falta de visión de lo que iban a provocar, o sea, un Frente Popular revanchista y agresivo, como se demostró tras el pucherazo de las elecciones de febrero del 36, fue un paradigma de lo que, en España, significa que los partidos de la derecha moderada y democrática vayan ya no solo divididos sino, pero aún, enfrentados. El otro gran problema es la irresponsabilidad y el extremismo antidemocrático de la izquierda dura y la ultraizquierda, representada hoy en día, por el PSOE de Pedro Sánchez y Unidas Podemos. Pero, esto ya no tiene remedio. El PSOE, como partido socialdemócrata, está muerto y enterrado bajo la personalidad cesarista de Pedro Sánchez y no hay forma de resucitarlo, solo de vencerlo y, a ser posible, destruirlo. Ahora bien, las próximas elecciones van a ser tan determinantes, para lo bueno o para lo malo, como las que se celebraron, a doble vuelta, en el mes de febrero del año 36. En este sentido, la derecha democrática española, todo aquello que esté a la derecha de Pedro Sánchez, incluyendo los que aún siguen sintiéndose socialdemócratas, deben de ir juntos, codo a codo, a las urnas. No digo que vayan bajo unas mismas siglas, pero al menos sabiendo a quien hay que derrotar, o sea, al sanchismo, al comunismo y a los separatistas. Desgraciadamente, y haciendo uso de una memoria, a ser posible histórica que no aún histérica, es previsible conocer cuál es realmente el escenario del combate que se nos viene encima, una vez roto el espíritu de la Transición. Pedro Sánchez es el enemigo político a batir, no tanto una pelea de patio de colegio para ver quién va a heredar el poder tras estos horribles años de extremismo y locura. Con la convocatoria de la gran manifestación de este sábado en Cibeles, sería el primer paso para poner en jaque mate al Gobierno de déspotas, inútiles y extremistas que nos han gobernando en este último lustro. Todos los representantes de la derecha y del centro derecha deberían participar en la manifestación, de una forma clara y valiente, como el más de centenar de asociaciones independientes. Solo desde la unión y la coherencia se podrá convencer, además de vencer, al socialismo extremo y a la ultraizquierda. De lo contrario, ganarán ellos. No hay otra. De los errores del pasado solo hay una alternativa, o se aprende o se repiten las consecuencias. Ya veremos.