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Cartas al director

Poniéndose flores

No me extraña que el presidente del Gobierno esté feliz de su gestión, si ha leído lo mismo que yo en los periódicos y escuchó también lo mismo en las declaraciones de sus portavoces, habrá encontrado una realidad radiante. Hagámos un breve recordatorio, porque es pura historia de España. ¿Se acuerdan del procés? Pues ha terminado. Se ha liquidado. Y el independentismo: hace nada, la gran amenaza; ahora, dividido y enfrentado, y la última manifestación en Barcelona, un pinchazo en toda regla. Cataluña está mucho mejor que en el 2017, cuando gobernaba la derecha. Después está el asunto del aborto en Castilla y León, un asalto del extremismo conservador a los derechos de la mujer: tras conjurarlo con aquello tan sonoro de «ni un paso atrás», el Gobierno dio por frustrado el famoso protocolo, otra victoria. En el mismo ámbito de los derechos, la gente piensa que habría que modificar la ley del 'solo sí es sí', pero no se hará, porque la ley es buena, lo bueno no se cambia y ya se sabe que la prioridad es proteger a las víctimas. Además, los delitos ya están cometidos, como Ángela Rodríguez recordó entre risas contagiosas para sus palmeras. A Sánchez le cuesta entender por qué se manifiestan contra él, con lo bien que lo hace todo o porque se estanca su intención de voto. No hay más que ver cómo disfrutó el Gobierno con el escrache a la Sra. Díaz Ayuso en la Universidad Complutense de Madrid, en el acto lamentable de la entrega de distinciones y cómo disfrutaron cuando la alumna con mejores calificaciones salió al estrado a despotricar contra ella, al puro estilo podemita, algo vergonzoso que dejó en evidencia al resto del alumnado y que demostró el pobre nivel del resto.