Cartas al director
Nuestro complejo de inferioridad
Desde hace lustros padecemos un consentido sometimiento lingüístico y cultural frente al actual dominio anglosajón, gracias al complejo de inferioridad que arrastramos sobre nuestra cultura y nuestra lengua. Pues, aun asumiendo la importancia práctica que para la comunicación en el mundo actual ofrece la lengua inglesa (debido a la relevancia poderosísima que fue adquiriendo Estados Unidos, a costa de muchos países, y entre ellos el nuestro) y su más que aconsejable conocimiento, nuestra renuncia al uso del español en demasiadas instancias y ocasiones, así como la gozosa aceptación pamplinesca de términos invasivos del inglés –que no hay ya palabro que no asumamos con normalidad–, nos está conduciendo a usos y situaciones rayanos con el catetismo más ridículo. Como sucede, por ejemplo, con la progresiva imposición como condición previa y sine qua non del dominio de la lengua inglesa, incluso para ocupar puestos de trabajo donde en absoluto sería necesario.
Aunque quizás todo este afán desmedido por el inglés se deba a un gesto de mayor acercamiento con la potencia extranjera que –como bien nos recordaba Pío Moa– mantiene en nuestro suelo «la única colonia existente en Europa y en un punto estratégicamente clave; una potencia invasora ante la cual la mayoría de nuestros gobiernos y políticos se muestran desde hace mucho tan amigos-lacayos... Gibraltar simboliza igualmente el proceso de colonización cultural, auténtica «gibraltarización» por medio del inglés, exhibido como lengua superior y de prestigio por nuestros políticos y agentes anglómanos, y destructor de nuestra cultura. El inglés se presenta como la lengua de la ciencia, la economía, el arte, la milicia… desplazando al español paulatinamente a lengua familiar y de subculturas. Esta amenaza, que los partidos prefieren ocultar, tiene mucha mayor gravedad que los ataques al español en algunas regiones españolas». Amén.