Cartas al director
España, herida
Sabemos lo que nos pasa. Pero creo que hay muchas personas que no les importa lo que pasa. España tiene una grave herida que, si no se cura, puede ser mortal. La herida de la división nacional del separatismo. Es una vieja herida española, la tendencia a vivir sin los demás, aparte de los demás y contra los demás. «Yo, soy superior que mi vecino». Así mueren las naciones, por disgregación.
Todo esto sucede porque hay algunos que quieren terminar con la concordia, el entendimiento y las libertades. La concordia y la libertad viven y mueren juntas.
El final de la discordia española tuvo lugar con la Transición, y con la aprobación masiva de la Constitución volvió la concordia y, con ella, la libertad. Pero no la revancha ni la victoria de los vencidos, que es la herida que todavía tienen algunos y no quieren curar. Por eso la quieren impugnar, hoy, y destruir su herencia.
Si la Transición nos dio la democracia, su destrucción solo puede producir la muerte de la nación. Las naciones, la libertad y la democracia no son inmortales.
Hoy la situación es muy grave. Hemos sufrido un intento de separación de unos y otros en Cataluña, se intenta marginar al Jefe del Estado y cuestionar las Fuerzas Armadas. Se quema la Constitución en público y no pasa nada. La mentira y la traición dominan la política. El Gobierno de la nación, sin votos, se apoya en quienes se quieren separar de los demás y quieren destruir España.
Proclama el presidente electo que gobierna dentro de la Constitución y de la legalidad. ¿Por qué miente? Si lo está haciendo con quienes quieren romper la nación y quemar la Constitución. Incluso con condenados por sedición y malversación sin ningún arrepentimiento. Que nos explique esto el mentiroso.
El Gobierno socialista declara que no fomentará el odio entre españoles. Y lo está haciendo. O es todo una mentira por este pavoroso descenso de nivel de los dirigentes políticos, no solo en el Gobierno, que es penoso, sino en la patulea de rascas y chancletas instalada en el Parlamento. Más de la mitad no tienen ni primaria, y si alguno tiene algo es para llevarse la pasta. ¡Qué nivel! Qué mediocridad y falta de principios morales. Con esta gravísima crisis intelectual en la soberanía nacional, España puede morir por revivir el odio y la discordia.
De esta convicción partió la Transición, que quieren enterrar. Y con ella la historia, la libertad y la concordia. Curemos las heridas de esa nefasta historia...