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Cartas al director

Con la intención no basta

Uno de los argumentos que hemos escuchado a quienes defienden a Irene Montero y su ley del 'solo sí es sí' es que el fondo de la ley es bueno y que las intenciones de quienes la han elaborado eran virtuosas. La apoyan como si los buenos deseos fueran el meollo del asunto y ahí radica la clave de todo, en que los buenos propósitos de un gobernante son como el valor en un soldado, se les suponen, pero la capacidad hay que acreditarla cada día.

Bajo el criterio de las buenas intenciones, la inmensa mayoría de los españoles podrían ser ministros del Gobierno de España y podrían elaborar leyes con independencia de su complejidad. Al fin y al cabo, bastaría con tener buen corazón para legislar y a partir de ahí los jueces ya seguirían el espíritu bajo el que fueron escritas las normas. Pero resulta que las cosas no son así, que este infantilismo que han evidenciado Irene Montero y sus satélites es directamente proporcional a su ineptitud a la hora de redactar el texto que está provocando una cascada de rebajas de penas a violadores y agresores sexuales. No todo el mundo vale para elaborar leyes, ni vale cualquiera para ser ministro de España. Y menos si, una vez que el desastre se ha consumado, no se es capaz de rectificar, porque finalmente la rectificación la está liderando el ala socialista del Gobierno, sin que por parte de la ministra de Igualdad haya habido un mínimo de autocrítica. De hecho, hasta Manuela Carmena ha llegado a manifestar que «no corregir la ley del 'solo sí es sí' es soberbia infantil», provocando la inmediata reacción de Pablo Iglesias ante la buena acogida que las declaraciones de la exalcaldesa de Madrid habían tenido incluso en medios de derechas: «Si la cloaca más repugnante te aplaude, la soberbia es tuya».