Cartas al director
La gracia de Casanova
Con la edad vas acotando tu curiosidad por personas, cosas o situaciones o, simplemente, de forma inconsciente, eliges.
De pronto ya no sabes quién es ese jugador tan famoso del que tu hijo te muestra el cromo, o de que Cádiz, Elche y Getafe están en Primera, perdón, LaLiga. De que no conoces a tal presentador y de que nunca has oído hablar de ese chico con carita de San Luis y boca sucia apellidado Casanova.
Tampoco sé nada de más de la mitad de los personajes que citan en el artículo de Wikipedia dedicado al susodicho, hasta el punto de que me pregunto en qué mundo vivo, si soy regla o excepción.
No sé, y no exagero, qué es Aída, como no sabía de la existencia de Casanova, de su condición de homosexual o sus exabruptos. Tampoco que su novio había colgado, «por error», una foto de ambos sodomizándose.
He llegado a Casanova por ser noticia al llamar «cara polla» al alcalde Almeida. No es un insulto, que lo diga él me hace colegir que, quizás, con sus preferencias, debe de ser como llamarle «cara apetecible».
Se descalifica él, no hace falta que lo hagamos los demás, como se descalifican aquellos que le han reído la gracieta o mantenido un cobarde silencio cómplice.
¿Dónde está la sensibilidad de la que presumen? ¿Dónde el respeto al distinto que tanto exigen? ¿Qué bula tienen –y aún no han llegado los goyas– para insultar, perdonen el pleonasmo, de forma tan soez?
No pocas veces, a todos se nos ha pasado por la cabeza hacer o decir cosas que la educación, la mesura o el respeto al otro nos lo han impedido. ¡El juego que daría la foto citada! Sólo lamento que se haya publicado. Hay asuntos que deben permanecer en la intimidad por respeto a uno mismo y a los demás.
Casanova, a lo tuyo, que la gracia la tienes donde las avispas.