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Cartas al director

El día más triste de nuestra democracia

El jueves 9 de febrero se ha consumado un atropello democrático que llevaba tiempo gestándose. En este día ha quedado más patente que nunca que ya no hay separación de poderes, y que el TC, el que debiera ser el máximo garante de nuestra constitución, ha puesto su ideología radical por encima de nuestra Carta Magna. Vulnerando, de paso, leyes que debiera respetar y destrozando el poco prestigio que todavía tenía el TC.

Lo más triste, sin embargo, son los seres humanos que morirán antes de ver la luz en un país que les niega protección, en contradicción con el espíritu genuino de nuestra constitución y en contradicción con la interpretación que el propio TC hizo del mismo en la sentencia 53/1985. Porque si la sentencia del magistrado Enrique Arnaldo no era coherente con esa sentencia, quizá en un intento de llegar a un consenso, menos lo será la ponencia que prepara Montalbán, en representación del sector «progresista».

¿Cuántos millones de seres humanos morirán a consecuencia de la pasividad de casi 13 años del TC, rematada con la infamia que hemos vivido este 9 de febrero? Probablemente millones de niños, que tanto necesita nuestro país, dejarán de nacer.

Pero no todo está perdido. La verdad siempre se acaba imponiendo y esta vergonzosa época pasará, como pasó la esclavitud. Hagamos autocrítica sobre la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en lo que ha ocurrido. De nosotros depende que este oscuro periodo termine lo antes posible. En palabras de Jaime Mayor Oreja, es necesario un cambio de actitud: «Todo lo que no suma, resta. El silencio no puede ser nuestro acompañante».

Juan Antonio Martínez, secretario de Vida de Valores Región de Murcia