Cartas al director
Intolerante
Esta madre «devastada» y pirómana, pues declara sentir «ganas de quemarlo todo», se niega a disfrazar a su hija de pescador en los carnavales del colegio, ya que «atenta contra sus principios morales y éticos» veganos. Afirma, además, estar harta del adultocentrismo social imperante y retrógrado, de esos padres que imponen su voluntad sin escuchar a los infantes que disfrutan, cada vez más, de vastos derechos, pero ningún deber, como los animales. Vislumbro que como buena vegana será también ecologista y estará poniendo en serio peligro, aunque sin saberlo, la salud de su sobreprotegida hija dado que en estos fríos días de febrero no podrá abrigarla adecuadamente con lana ni poliéster, derivado del petróleo, amén del consabido déficit de vitamina B12, porque la opción de las algas cuyo gramo cotiza casi como el caviar, entiendo que no está a su alcance. «Y una mierda, adoctrinamos nosotras» sentencia, finalmente. Convivir en sociedad, señora, implica respetar la diversidad de ideas; trate, por favor, a los demás como exige para sí. Pide respeto y tolerancia, justo lo contrario que revelan sus declaraciones. Asimismo, ¿no estará imponiendo a su hija su veganismo? Dudo que, a la corta edad de ocho años, su vegana y ecologista vástago lo sea por una concienzuda y madura decisión.