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Cartas al director

¡Insolidario el último!

En esta España del achacoso PIB y la inflación que padecemos, la panoplia discursiva formada por la recuperación, la transformación, la resiliencia, la igualdad, el «no vamos a dejar a nadie atrás», lo trans, el 'solo sí es sí', el consentimiento, la conciencia verde, el bienestar animal o los nuevos derechos abortivos, ha llegado, por fin, para consolarnos de tantos sinsabores y penurias y para redimirnos de nuestra patológica e irracional sensación –la de las personas corrientes, la del vulgo– de que las cosas no van bien. ¡Abajo la tristeza! ¡Tenemos solidaridad!

Es curioso cómo han cambiado los tiempos, al menos para los que peinamos canas. Antes, si querías ayudar a una o más personas, lo hacías discretamente y en silencio: eras caritativo; ahora, en cambio, si no estás, al menos, en una ONG y no te manifiestas por alguno de los centenares de derechos de la gente (¡cuánto nos gusta la gente, y qué poco las personas!), es que no eres nadie; peor, eres algo: insolidario.

De todas las palabras que aluden a la ayuda a los otros, la caridad, probablemente, sea la más denostada. Y es que ser caritativo (incluso, a veces, según parece, para la Iglesia católica, de discurso tan proclive a la solidaridad y al ecologismo) es rancio, cutre, cristiano, clerical, humillante para la «víctima», «ofensivomigajero», vaya. Me atrevería a proponer, incluso, que una actitud caritativa sea tipificada como violencia de caridad.

La solidaridad, por el contrario, es algo loable, noble, admirable, sano, social, justo…, y aséptico (muy importante), pues es pura: no está contaminada ni por Dios ni por el amor. Y es que la caridad…, la verdad, mancha. Sin embargo, lo bueno, lo realmente bueno de la solidaridad es que no ayudas a alguien, sino que apoyas algo, que, como no tiene ni cara ni ojos, no puede sentirse ofendido, ciertamente, ni tampoco reconfortado, ni amado, ni amparado, ni protegido, ni salvado.

¿No es perfecto? La solidaridad, como la RAE: limpia, brilla y da esplendor… al solidario.