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Cartas al director

Lucha contra el 'bullying'

La población de Sallent fue escenario la semana pasada, podría haber sido cualquier otra, de un doble intento de suicidio protagonizado por dos gemelas, una de las cuales falleció. Tras este suceso se escondía un caso de acoso escolar –bullying– sufrido de modo sistemático. Podría afirmarse que este es un caso específico de bullying, pero, en ningún caso, que el bullying es un fenómeno infrecuente en nuestra sociedad. Las estadísticas indican, precisamente, lo contrario. El año pasado se detectaron en España más de 11.000 casos de acoso escolar grave. Y, muy probablemente, hubo más. Los protocolos para la lucha contra el acoso escolar no están dando, en muchos casos, el resultado apetecido.

El acoso escolar es, según la Organización Mundial de la Salud, cualquier forma reiterada de intimidación o agresión física, psicológica o sexual contra una persona en edad escolar, que causa daño, temor y/o tristeza en la víctima. Siempre hubo acoso escolar, porque en la enseñanza, con mayor frecuencia en la primaria y la secundaria, muchos alumnos tratan de reafirmarse atacando a compañeros más débiles. Pero, precisamente porque estamos hablando de un fenómeno que no es nuevo, y que es abundante, debemos exigir la máxima atención para detectarlo y el máximo rigor para perseguirlo y erradicarlo. Las cifras, sin embargo, no invitan a pensar que eso se esté logrando. En Europa se calcula que hasta 24 millones de jóvenes de entre 14 y 28 años son cada año víctimas del acoso y maltrato.

Las consecuencias de estas agresiones pueden ser devastadoras para quienes las sufren y, en última instancia, pueden inducirles a tentativas de suicidio. El pasado lunes, un chico autista de quince años se lanzó al vacío tras recibir reiteradas burlas en el instituto de la Ràpita. En la nota que dejó decía que no quería vivir en un mundo donde la gente mala es aplaudida y las personas sensibles, nobles y de buen corazón siempre tienen las de perder.