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Cartas al director

Pérdida de tiempo

¿Qué sentido tenía la moción de censura presentada por Vox? En estos momentos todavía resulta incomprensible. No había ninguna posibilidad de que prosperase, ni que tuviera ningún otro apoyo que el de los propios diputados de Vox. Era una simple frivolidad al servicio de desviar la atención de los problemas económicos y sociales, graves y relevantes, que padece nuestra sociedad. En lugar de hablar de lo que tocaba, se ha dedicado el tiempo a hablar de lo absolutamente irrelevante. Y lo que es más importante: esta iniciativa venía de la oposición, para que el Gobierno tuviera una magnífica oportunidad de poner de manifiesto su absoluta superioridad sobre los que pretenden censurarlo. Se perdía el tiempo; simplemente esto: una incomprensible iniciativa al servicio del objetivo de perder el tiempo.

Hablar del porqué Ramón Tamames se prestaba a ejercer el papel que le proponía Vox no tiene sentido. Es su problema. Lo que es evidente es que era conocedor de que escenificaba la satisfacción de criticar a cambio de otorgar al criticado una excelente oportunidad para ganar fuerza. Y, en todo caso, aplicar el tiempo que los problemas del país le reclaman a contestar una crítica vacía de contenido. Se ha perdido el tiempo y, además, por culpa de los que deberían exigir que esto no pasara. Ningún programa alternativo, ninguna propuesta articulada, ninguna perspectiva de futuro. Y, mientras, el país tiene problemas urgentes que resolver que piden tiempo, eficacia, coraje y equilibrio. Exactamente todo lo que se proponía en la moción de censura en un sentido contrario. Se ha perdido el tiempo y habrá que recuperarlo. Y, como muy a menudo pasa, perder el tiempo tiene un coste. Y en este caso, el coste es que se puede haber instalado en el ambiente social que los problemas reales no importan a los que los han de resolver; que lo que cuenta es «distraerse» hablando en un sentido meramente acusatorio sobre lo que unos y otros están haciendo. A algunos se les ha olvidado que, constitucionalmente, la moción de censura es expresamente constructiva para que no se limite a la crítica sino que incorpore, por la vía de un candidato, una propuesta de cambio en la composición y la acción del Gobierno. Constitucionalmente la crítica es, afortunadamente, legítima, pero no es el objetivo de una moción de censura. Ahora, simplemente, se ha perdido el tiempo y esto sí que tiene consecuencias y merece una crítica severa porque nos perjudica a todos e, incluso, a la propia credibilidad del sistema.