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Cartas al director

Depravación demográfica

Muchos nos preguntamos cómo hemos llegado hasta aquí, a este envilecimiento de nuestra democracia. Quizá teniendo en cuenta la gestión de algunos dirigentes podamos comprender la recurrente indecencia gubernamental.

Tenemos como ministro de Consumo a Garzón, considerado uno de los cargos públicos más vacuos del país. Su gestión se reduce a demonizar a los sectores ganaderos, y hacer de médico de familia, aconsejándonos los huevos que podemos tomar a la semana.

La ministra Belarra dedica su tiempo a insultar a los presidentes de las grandes empresas, a los que tacha de usureros y avariciosos, anteponiendo su rancia ideología al beneficio social sobre el empleo.

La ministra Irene Montero y su número dos A. R. «Pam» son un caso aparte. Han culpado a los jueces de la salida de la cárcel de violadores, por su bodrio del 'solo sí es sí', reflejando la necedad intolerable de los personajes. Dedican su tiempo a dar clases de sexología a las mujeres españolas, conocimientos que han aprendido en las «aulas» de las sedes comunistas y en sus correrías «colchoneras».

El ministro Grande-Marlaska defenestró al coronel Pérez de los Cobos por negarse a cometer una ilegalidad. Alucinante. El TS ha declarado ilegal su cese y no ha tenido la decencia de asumir su error político, dimitiendo.

Lilith Verstringe, secretaria de Estado, ha atacado duramente a la «meritocracia», asegurando que el porvenir del ciudadano dependerá mas de su código postal y de su entorno, que de la cultura del esfuerzo y el trabajo. Una chatarra ideológica que pone en entredicho su paso por la Sorbona.

Y en la cúspide del desatino se encuentra Sánchez, un presidente irresponsable y desvergonzado, parapetado en la estulticia de su arrogante narcisismo.