Cartas al director
El «VAR» y la convivencia
Decía Eugenio D’Ors, yo creo que era este escritor, el que, tras su colaboración periodística, invitaba a su secretaria a que lo leyese antes de escribirlo.
- ¿Está claro?, le decía a la lectora y esta decía…
- Sí señor, muy claro.
- Pues entonces dámelo que lo voy a oscurecer.
Eso pasa con la legislación del VAR en los partidos de futbol o «furgol», como yo escuché decir a un aficionado.
El VAR es como el Tribunal Supremo del balompié.
Ocurre que el inventor de esta ocurrencia no sabe el mal obtenido.
Tengo derecho a expresarme.
El VAR es una exhibición que no coincide siempre con la emoción del público. La persona se siente molesta e insegura.
Descontando con una supuesta ayuda del equipo a su enemigo partícipe. Irrespetuoso con el árbitro-abogado. El público asistente, debe corregir su visión. Eso que hacen gratis algunos.
El VAR es intruso, no sabe simbología y no sabe nada de la geometría de brazos y manos.
El VAR es antisocial, aumenta la sudoración personal, odia a los otros seguidores y no los insulta de labios hacia afuera.
Sobre el VAR y creo que tengo seguidores, y perdón por la audacia.