Cartas al director
SOS Doñana
He leído hace unos días que el Swindale Beck es un pequeño riachuelo en Cumbria que corre cerca del Haweswater Reservoir, uno de los lagos naturales más grandes de Gran Bretaña. Fue noticia porque, tras haber transcurrido dos siglos desde su canalización para enderezar su cauce, fomentar la rapidez de la circulación de su caudal y con ello aumentar las tierras cultivables de sus riberas, ha ido recuperando sus meandros naturales gracias a un proyecto iniciado en el 2016 por varias instituciones de protección de la naturaleza. Estos trabajos no solo frenaron el arrastre de tierras y, con ello, la turbiedad de las aguas, sino que, además, a los tres meses del inicio de los mismos el crecimiento de la vegetación propició el retorno de los salmones y las truchas. Frente a este proyecto de recuperación y conservación de este pequeño riachuelo británico, en nuestro país afrontamos la ignominia del deterioro constante e implacable de nuestro entorno natural. El humedal más extenso de España, el parque de Doñana, declarado reserva de la biosfera por la Unesco en 1980 y Patrimonio de la Humanidad en 1994, se encuentra en el ojo del huracán por el rechazo europeo al plan de protección planteado por la actual Junta de Andalucía y por el enfrentamiento político entre el Gobierno andaluz dirigido por el PP y el nacional por el PSOE. Todo deriva del plan del 2014, aprobado por Susana Díaz, que dejó más de 800 hectáreas y 650 pequeñas explotaciones familiares sin regular en la zona alrededor del parque, denominada la Corona Forestal de Doñana. Y de eso ya no se acuerdan en el PSOE.
El nuevo plan pretende autorizar la explotación del agua en superficie, un recurso que tendría que obtenerse a través del trasvase del Odiel-Tinto-Piedra, paralizado por el Gobierno central. El resultado es que, debido a los más de mil pozos ilegales, junto con la pertinaz sequía de los últimos años, el humedal se seca a gran velocidad. Una vez más, la incapacidad para elaborar e implementar un plan que permita la protección ambiental y la supervivencia de la población del entorno demuestra la ineficiencia de la política cortoplacista, preocupada solo por la conservación del poder y ahora en precampaña electoral, ya se sabe.