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Cartas al director

Mi herencia universal

Leo con estupor (cada vez me ocurre más este fenómeno, con las ocurrencias del Gobierno...) sobre el plan de adjudicar a los jóvenes una importante cantidad de dinero al cumplir los 18 años. ¿Para lo que quieran? ¿Quién lo sufraga? Los ricos... que, parece ser, somos cualquiera que tenga unos ingresos por encima de la media, una casa y el atrevimiento de mantener una segunda residencia...

Yo, y todos los de mi generación, recientemente jubilados, tuvimos una verdadera y valiosísima «herencia universal» que fue la educación recibida para hacer frente a la vida, sin ñoñería y con madurez, el gran ejemplo de nuestros padres, trabajadores incansables, centrados en ofrecer lo mejor a su familia, siempre cuidando de la generación anterior, y eso es lo que hemos hecho nosotros. Soy de una generación afortunada, que vivió la Transición con sólo 20 años, que pudo elegir a la hora de trabajar, que también conoció años duros, que si tiene una casa en propiedad es porque la adquirió con su sueldo y sacrificio para pagar aquellas hipotecas, que en los 90 estaban al 15 por ciento de interés.

Mi herencia universal no fue dinero, fue algo mucho mejor, una forma de ver la vida, de saber que todo se obtiene con esfuerzo, desde los años de colegio hasta los últimos de vida laboral.

Decimos a menudo que ahora los jóvenes lo tienen más difícil para abrirse camino, pero ya no estoy tan segura de ello.

Empiezo a pensar que están menos preparados para esforzarse, para el sacrificio, para prescindir de algo en aras de un bien mejor. Por cierto, esa palabra, sacrificio, ya casi ha desaparecido de nuestro vocabulario.

Dar dinero a los jóvenes no es una buena idea... hay que dar buena educación, conocimiento y posibilidad de trabajar, de ahí vendrá una mejor sociedad para España.