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Cartas al director

A todos los pueblos que festejan San Isidro el día 13 de mayo

El 13 de mayo festejamos la advocación de la Virgen del Rosario de Fátima. Otrora soportamos la pandemia de la gripe, y ahora, 105 años después, la de la covid. Las fiestas paganas, algarabías y jolgorios, con pan y circo, siguen.

Menos vanidades, y más preocupación y responsabilidad por el gravísimo problema que tenemos. Agricultores con pérdidas superiores al 90 por ciento de sus cosechas, y ganaderos perjudicados por la escasez de paja y granos. Y el pueblo sufrirá por el aumento de los precios.

San Isidro lo estará pasando muy mal, y lo va a pasar peor cuando recorra los campos donde los cereales quedaron sin granar, y los olivos, víctimas de la sequía, con ese estrés hídrico que los achicharra, se han quedado sin fruto.

La imagen del patrón, no tendría que salir de la iglesia, y organizar dentro, el día 15, una gran concentración orando, en silencio, en su apoyo como patrón de los agricultores. Patrón que, por circunstancias adversas ajenas a su voluntad, no habrá podido hacer nada por remediar el desastre que los agricultores y ganaderos están sufriendo en sus carnes.

Por ese motivo hay que interceder por él que, repito, lo tiene que estar pasando muy mal por esa impotencia que le invade, tal vez, por los agravios e ingratitudes que, allá arriba, en la Gran Casa de los Santos, están recibiendo los que fueron bienaventurados y dichosos, víctimas del ateísmo cada vez más patente de los pueblos que van a su avío despreocupados de la fe. El Tribunal Constitucional de Pedro Sánchez avala la ley del aborto, diciendo, con toda su cara, que el aborto libre es un derecho de la mujer, olvidándose que, todo embarazo tiene lugar con la colaboración del hombre y la mujer que, con su unión, procrean un nuevo ser, vivo desde el primer día de la fecundación.

Todo esto y muchas cosas más, estará molestando al Dios todopoderoso y eterno, compasivo y misericordioso, y, por ello, nos deja solos para que experimentemos esa sensación de estar dejados de la mano de Dios. Porque, me imagino, estará diciendo que cada palo aguante su vela, y asuma su responsabilidad con lo que hace, y se atenga a las consecuencias. No se puede servir a Dios y al diablo, (Mateo, 6:24).