Tecnología y política

El progreso tecnológico, en el que tantas esperanzas hemos depositado, puede volverse contra nuestra forma de vida. Las maquinas y las armas modernas no nos han enseñado nada bueno, las máquinas solo nos ayudan, las armas nos matan. Se han inventado para que se revuelvan contra aquel a quien deberían favorecer, como un rebote que termina hiriendo o matando a su lanzador.

Creíamos que el progreso tecnológico beneficiaría al hombre, pero no ha sido así. Nos ha quitado la identidad y la humanidad, nos ha controlado metiendo el ordenador con su pantalla en nuestro bolsillo para cortar la distancia entre las órdenes recibidas y su cumplimiento. Y fantasear con la posibilidad de remplazar al hombre por una máquina para que trabaje para él. Algo parecido ocurre con las ideologías.

Los políticos de cada ideología prometen cada uno a su manera la abolición de la pobreza, del sufrimiento, del hambre. Y la consecución de las más altas aspiraciones humanas. Como la igualdad, la libertad, la justicia y la felicidad. Ya no habrá que esperar a una nueva vida del más allá para llegar a la plenitud.

Llegaron esas promesas tras la caída del Muro de Berlín, con el triunfo de la libertad. El hombre ya había alcanzado su destino, el drama había terminado, el régimen liberal había triunfado. Todo parecía encarrilado, pero ninguna de estas promesas se han cumplido, cada vez hay más personas que cuestionan la libertad y el sistema político que lo propicia.

Los gobernantes siguen declarando guerras, los niños siguen muriendo de hambre, los mayores se suicidan cada vez más. El drama sigue, la realidad es el desierto con aire y sin agua. El mal existe y no predica lo mal que están las cosas, el cinismo está unido a la maldad.

Aceptarlo y tolerarlo es un sinsentido que nos lleva a la esclavitud. Solo nos queda la esperanza que recela de la tecnología y sus prodigios. Entreguémonos a los esfuerzos de la humanidad natural para ser libres…