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Cartas al director

Esto no es lo que parece

De un tiempo a esta parte los mandatarios políticos en nuestro país han descubierto lo que podríamos llamar «una nueva ley de la mentira política»: cuanto más grande, disparatada e inverosímil sea la trola que cuentan, mas fácil es que la gente se la trague. ¿No será un efecto de la sobredosis de noticias falsas? Estamos sufriendo bien esa ley tan útil en la política actual. No me gustan las trolas, (pero bien que lo siento; tal como está el mundo, sería una gran virtud). Como la que tiene el inquilino de la Moncloa, que es un virtuoso inconmensurable de la trola, esa que produce un efecto paralizante y a la vez hipnotiza a sus congéneres, es lo que le funciona diariamente.

En sus prédicas, dice que se vio obligado a: pactar con los comunistas, sus primos hermanos, mentira, con los separatistas y filoetarras, mentira, a indultar a los enemigos de España, mentira, a dar palos de ciego durante la pandemia, me engañaban los expertos, mentira, a ocultar miles de muertos de las residencias, me lo exigía mi primo de coleta, mentira, a hacer compras ruinosas de material sanitario que no llegaba, morían hasta los sanitarios, porque me engañaban, abusaban de mi ocultación para llevárselo, mentira. ¿De quien depende la Fiscalía? De mí, para no investigar todas mis mentiras. Mantengo a Marlaska porque controla Chueca, no importa que traicione a las víctimas de ETA, que ya no matan socialistas y son de izquierdas.

Lo de la luz, el gas, el petróleo y la subida estratosférica de las cosas de la vida, yo no tengo ninguna culpa, no tengo necesidad de mentir de manera constante para manipular todas mis trolas.

Yo no soy Putin. Solo maldigo que comparta mi ideología, esa que arruina y mata. La culpa la tuvo Franco que fue el único que consiguió combatirla, pero no la remato…