Cartas al director
La desmemoria
Es imposible acertar. Nosotros, los de entonces, tropezamos con piedras pasadas, porque no hay nada mas cómodo que el fracaso conocido. Y es difícil superar la inercia del tropiezo y vencer esa pereza, que solo se consigue con lucidez para ver una oportunidad real de cambiar a mejor.
Si tenemos las fronteras compartidas, las del interior y las del exterior, la defensa integrada, la economía colegiada con Europa y la política dominada por la izquierda y la extrema izquierda analfabeta.
¿Qué nos queda a los demócratas? La cultura, la memoria individual y colectiva, los principios morales que aprendimos, los que albergan la historia y la cultura más significativas del pasado, de nuestro pasado. Los que vivimos los desastres del siglo XX. No es casual, más bien una inmoralidad, que hoy día, haya una avalancha de personas que han perdido la memoria. Y la han sustituido por el pensamiento único de la desmemoria para odiar al otro.
En los tiempos presentes, los desengaños, las frustraciones, y las traiciones empujan a muchos a refugiarse en la cueva del pasado, la cueva culpable del otro. Nunca reconocerán sus torpezas.
Si seguimos así, nos vendrán dictaduras de izquierdas, o de la izquierda extrema o de alguna otra. Parece que en vez de combatirlas las deseamos, nos dejamos llevar por la imagen que impresiona, un desenterrador de la memoria y de los muertos. Que es, en lo que sea convertido el presidente del Gobierno de la izquierda extrema. Que no cree en lo que dice, porque no tiene memoria, pero si da su vida por la desmemoria de los demás para que se llenen de cadenas por falta de cultura y solo piensen como él.
El hombre nace libre y en todas partes cargado de cadenas. Nos quieren esclavos y algunos les gustan sus cadenas, ya que son sus cadenas por la falta de memoria. Por mucho que quieran demostrar que esas cadenas son de otros…